lunes, diciembre 21, 2009

El pan contribuye de manera decisiva a la dieta mediterránea

Pain au Levain, a French bread

La población española está en aumento (me refiero al aumento de peso). Una investigación sobre la dieta mediterránea será llevada a cabo por la Organización Mundial de la Salud (OMS), será completado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, que financiará el 70% del proyecto, y la Fundación Bamberg.
Esta iniciativa permitirá conocer de forma pormenorizada qué es lo que comen los españoles. Descubrir, por ejemplo, si de verdad se siguen las pautas que recomienda la dieta mediterránea. Algo que, en general, todas las asociaciones especializadas en nutrición ponen muy en duda. Sobre todo en los ámbitos infantil y juvenil, donde han empezado a detectarse preocupantes crecimientos en la incidencia de la diabetes tipo 2, asociada a la obesidad y el sedentarismo. De hecho este problema ya se ha detectado como grave, y ya se  están llevando a cabo actualmente en muchas escuelas programas y acciones de consumo de fruta en las escuelas, y que formen parte de la dieta mediterránea, por los beneficios que ello comporta para la salud de la población escolar y sus familias, así como para el sector agrario español.
Dicha investigación también servirá para determinar la presencia de contaminantes y otras sustancias en los alimentos que una persona consume en su dieta habitual. Así se posibilitará, por una parte, limitar el volumen de estas sustancias a los valores considerados como seguros, así como mantener la ingesta de nutrientes en los niveles recomendados oficialmente. Algunos estudios similares descubrieron en otros países, por ejemplo, déficit de yodo o de ácido fólico, causantes de diversas enfermedades, y permitieron tomar medidas para enriquecer determinados alimentos con esos nutrientes.
Las sustancias químicas cuya presencia en alimentos se analizarán son los productos fitosanitarios (plaguicidas), contaminantes (por ejemplo las dioxinas producidas por la industria), micotoxinas (producidas por los hongos), medicamentos veterinarios, aditivos (sulfitos, nitratos, benzoatos), acrilamida y benceno.
Que algunos digan que el pan engorda no me sorprende, después de tantos años sintiendo la misma y canción, al final se acaba asumiendo como algo habitual. Pero, a día de hoy la clave es hacer una dieta sana. El primer paso consiste simplemente en elegir la dieta correcta. Wahrburg Ursel, profesor de Ciencias de la Nutrición en la Universidad de Munster en Alemania, dice que todos los que quieran perder peso o mantener su peso, deben ingerir entre 200 a 250 gramos de pan al día, es decir, aproximadamente 4 a 5 porciones.  El pan era desde tiempos inmemorables “una parte integral de nuestra dieta”. Especialmente el pan de trigo entero (pan integral). El profesor en su artículo dice bien cuando recomienda  una ingesta diaria de pan en nuestra alimentación diaria.
Dicen “que no hay comida que te haga ser más gordo o más flaco”. El problema con la obesidad  es que se consume demasiado, ese es el problema. Pero a lo que iba, el nutricionista Wahrburg Ursel certificada que el pan “es un componente importante de una dieta saludable”. Del valor nutricional del pan y otros productos de pan que contienen granos y semillas son ideales en la dieta diaria. Ello se debe principalmente a las vitaminas, minerales y oligoelementos. En particular, en el pan, las vitaminas pueden llegar a las del grupo B.  En comparación con la leche o de carne de cerdo, algunos tipos de pan proporcionan la mayor parte de las siguientes vitaminas: vitamina B1 (también responsable del buen funcionamiento de los nervios y los músculos del corazón), B2 (juega un papel importante en el crecimiento y el metabolismo de las proteínas y en la sangre), B6 (importante para el sistema nervioso), (niacina, una vitamina B) y ácido fólico. También contiene los minerales y oligoelementos, calcio (importante para los huesos y los dientes), fósforo, magnesio (la función muscular), potasio (para regular el equilibrio del agua), hierro (sangre), el zinc y el manganeso.
El pan es conocido principalmente como una fuente de energía ideal. Se compone aproximadamente de un 50% de hidratos de carbono complejos, que el cuerpo los convierten en energía. Algunos tipos de células dependan exclusivamente de la ingesta de hidratos de carbono. Estos hidratos incluyen las células rojas de la sangre, sino también el cerebro.
Para una dieta sana, ¿qué se prefiere? menos grasa o menos carbohidratos. Otro nutricionista Christine Romans Luthi (Berna), se pregunta: ¿Cuál es la mejor opción: reducir los carbohidratos en la dieta y/o el contenido de grasa?  Según el profesor, no hubo diferencias significativas con el mismo consumo energético. “Pero” en sus conclusiones dice que “eliminar o restringir los hidratos de carbono es nada bueno; los hidratos de carbono son el combustible preferido del cuerpo porque se pueden convertir rápidamente en glucosa para proporcionar energía. Las comidas que incluyen proteínas y carbohidratos ralentizan la velocidad a la que el cuerpo absorbe los hidratos de carbono y proporcionan una energía más duradera”. Está claro que los productos con alto contenido en salvado, cereales y semillas son especialmente recomendados para una dieta sana.
La llamada dieta del “supermercado” no es nada recomendable. Este tipo de hábitos de alimentación, denominada “dieta de supermercado” o “comida basura”, conduce en muchas ocasiones a la desnutrición puesto que la aportación de los nutrientes esenciales es nula. Al mismo tiempo contribuyen a conseguir un aumento de peso.
Una alimentación equilibrada tiene que tener una amplia base de hidratos de carbono complejos (cereales integrales, pan, pasta, arroz integral, patatas, legumbres, etc., mucha fruta y verdura (contienen fibra, vitaminas y minerales), aceites vegetales no refinados y pescado azul. Alimentos como los lácteos, la carne y los huevos han de ser ingeridos en menor cantidad. Otros, como el azúcar o los alimentos procesados industrialmente y las grasas saturadas hidrogenadas se deben reducir en una alimentación sana.
La alimentación también se educa. Las panaderías  tradicionales tienen por tradición una bien ganada fama de saber hacer, es por esa razón que me abrevo a decir que tenemos en nuestras manos una importante influencia en el consumidor; usarla adecuadamente para educar a las madres y padres es hoy en día del todo necesario.

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lunes, diciembre 07, 2009

La guerra del pan se desata.

 Diario de Cádiz - La guerra del pan se desata http://ow.ly/Jzh9

Ifema llevará a cabo la feria panadera y confitera "Intersicop" en 2011



Ver imagen en tamaño completoMadrid, 6 dic (EFE).- Ifema llevará a cabo la novena edición del Salón Internacional de la Panadería, Confitería e
Industrias Afines "Intersicop" en marzo 2011, ha informado hoy la institución.
Según un comunicado de la organización, la Institución Ferial de Madrid "está ultimando" los acuerdos con diversas asociaciones del sector panadero y confitero que promoverán la participación empresarial en "Intersicop", evento que sirve de "plataforma comercial para la presentación de novedades y productos".
En esta feria profesional, cuya convocatoria de 2009 fue aplazada por Ifema a petición del sector, se expondrán adelantos en maquinaria y productos.
"Intersicop 2011" contará con la participación de empresas relacionadas con la repostería, dulce y heladería, y pretende atraer a unos 30.000 profesionales de la alimentación y restauración.
Las confederaciones de hosteleros CEOPAN y CEEAP, así como la Asociación de Fabricantes de Maquinaria, Hornos y
Equipos para Panadería, Pastelería y Similares (AFESPAN), entre otras, han manifestado su apoyo al certamen, indica Ifema en la nota.
Los organizadores promoverán el certamen a través de redes sociales y canales de Internet como "Facebook" o "YouTube".
La feria incluirá nuevamente un programa de conferencias, mesas de debate y demostraciones profesionales de repostería.
La última edición de Intersicop se realizó en 2007 con 293 empresas expositoras y ocupó 26.051 metros cuadrados de superficie.EFE

Via | Abc




La guerra por el precio del pan condena a los hornos tradicionales a desaparecer.



El pan, un producto básico de la dieta española, se ha convertido en uno de los principales reclamos de las grandes cadenas provocando con ello una auténtica guerra de precios. Un enfrentamiento agudizado con la última bajada del precio de la barra de cuarto a 42 céntimos en Lidl y Alcampo, situándose por debajo de Mercadona que, con 0,45 la unidad, ha estado a la cabeza durante años.
«Contra eso no podemos competir. Es imposible. Y por muy buena que sea nuestra calidad, el cliente se está yendo». Así de rotundo se muestra Miguel Catalá, que ha visto cómo se ha frenado el sector en los últimos años.
Le indigna hablar de ellos «porque nos están haciendo muchísimo daño y nadie pone remedio. Ellos venden a precio de coste porque no viven del pan, pero nosotros sí». Los expertos estiman que la clientela está repartida en un 50% entre ambas opciones.
Puesto que se trata de una compra segura y, teniendo en cuenta que las personas cada vez tienden más a unificar sus compras en una única superficie por cuestiones de tiempo y dinero, las grandes firmas abaratan al máximo este producto.
Pero esta estrategia está haciendo estragos en los hornos tradicionales y cerca del 25% se ha visto obligado a cerrar. El negocio ya no es rentable para muchos, lo cual dificulta el relevo generacional. Y esa falta de relevo provoca, a su vez, que no haya continuidad.
El presidente de la Confederación de Panadería y Pastelería de la Comunitat Valenciana (COPPAVAL), Cipriano Cortés, confirma la recesión que sufre el sector por la competencia «un poco desleal de los supermercados que se pueden permitir no ganar dinero con el pan porque no es más que un reclamo para otros productos». En la Comunitat quedan 4.500 despachos de pan o puntos de venta pero sólo 1.500 son industria, es decir, que producen y si los datos no cambian, la cifra irá bajando.
Cuesta encontrar dos establecimientos que tengan el mismo precio. La barra normal, la de 250 gramos, puede tener hasta 40 céntimos de diferencia según en qué tienda se adquiera.
Esa cantidad, a priori, parece irrisoria. Sin embargo, haciendo un cálculo rápido, puede suponer un sobrecoste o un ahorro de hasta 12 euros mensuales para una familia que consuma de media una barra al día. El consumo medio en España es de 50 kilos de pan por persona y año, frente a los 60 kilos en Francia y 80 en Alemania. Es un mercado que se podría considerar seguro, pero no lo es en realidad para los verdaderos artesanos.
Paco Catalá es una de las víctimas de esta situación. Ha cerrado dos de sus tres hornos, después de más de 30 años haciendo masa. «Esto no es nuevo, lo que pasa es que con la crisis se ha agudizado. Nosotros ofrecemos calidad, pero la gente ahora no está dispuesta a pagar por ella».
Pese a la comodidad que ofrece una superficie comercial en la que se puede comprar de todo, siempre hay quien opta por las tiendas tradicionales. Quizá la unidad salga un poco más cara pero se tiene la garantía de la elaboración artesanal con los mejores productos. Y no es tarea fácil.
Miguel Catalá se levanta cada día a las 3.15 horas de la mañana para amasar y cocer. Algo más de cuatro horas se necesitan para tener lisa la primera hornada.
Lleva toda la vida dedicándose a ello y se muestra pesimista porque la demanda «ya empezó a caer hace unos años. Muchos hornos han cerrado y seguirán cayendo otros». Regenta una tienda en Gandia junto a su mujer, Rosa María Pérez. Es tradicional hasta en el nombre, La Tahona, que recuerda al viejo molino de harina movido por un animal de tiro.
Sin promoción
Como ellos, muchos otros se quejan de la misma situación y tratan de buscar soluciones porque, aseguran, «nadie hace nada». Reconocen que a veces se organizan ferias de productos artesanos, pero dudan de su efectividad, sobre todo, si después «el Ayuntamiento cambia las calles y te arrincona en un barrio en el que has dejado de estar de paso», asevera Rosa María.
Otros protestan por las ayudas que se conceden al pequeño comercio «porque siempre son para los centros históricos. ¿Y quién promociona a los que estamos fuera del centro?. El trato que damos aquí al cliente no se lo dan en ningún supermercado, y eso también debería contar», apunta Rosa María.
Dora no duda cuando se le pregunta dónde prefiere ir a comprar el pan: «Llevo toda la vida yendo a la misma panadería y no tengo ninguna intención de cambiar. Reconozco que a veces, por comodidad, lo cojo del supermercado donde hago el resto de la compra, pero generalmente siempre voy a la tienda del barrio, igual que con la verdulería, la carnicería y la pescadería. A los tenderos los conozco de siempre y el pan que se vende ahí nos encanta. En mi casa comemos mucho y, sin duda, preferimos el casero a uno de esos prefabricados que por la tarde parecen chicle», explica.
Ella lo tiene claro, pese a que su barra cueste 80 céntimos de euro. Y no compra una, sino tres cada día. De ellas sale la comida, la cena y los almuerzos de su marido y sus dos hijos. «En otras cosas siempre intento ahorrar, pero en esto no», asegura.
Jesús es una de las miles de personas que opta por la compra fácil, rápida y, sobre todo, barata. «No me complico la vida y donde compro una cosa, compro todas las demás. Reconozco que en la panadería está mucho más bueno, pero yo lo cojo directamente para la cena y no miro más allá».
Al igual que Jesús, muchos valencianos acuden a los supermercados y de ahí, se llevan su pan. «Salgo tarde de trabajar y lo que menos me apetece es ponerme a dar vueltas para comprar todo lo que necesito. El pescado y la carne sé que son mucho mejores en sus tiendas respectivas, pero también mucho más caros. Aunque no dejo de ir por el precio, sino por la comodidad de ir a Carrefour, aparcar mi coche y en 20 minutos, tengo la compra de la semana en el maletero. Aunque hay fines de semana que hago excepciones».